Las emociones son reacciones automáticas que el cuerpo humano experimenta ante un estímulo determinado. Cada persona percibe y experimenta una emoción de forma diferente, dependiendo tanto de sus experiencias previas, como de su aprendizaje y el estímulo desencadenante.

Ultimadamente, el término Inteligencia Emocional ha tomado auge, y aporta un nuevo lineamineto para educar la capacidad de adaptación social y emocional de cada individuo. En particular, se refiere al conjunto de habilidades
que se utilizan para expresar y controlar los sentimientos de la manera más adecuada. Dichas habilidades pueden ser desarrolladas por medio del aprendizaje y la experiencia cotidiana. 

La mayoría de las veces es díficil expresarse o comportarse de manera correcta ante situaciones que nos molestan, pero es allí en donde radica el valor de la inteligencia emocional. Durante la impartición del curso de Administración en Nutrición se determinó el tipo de temperamento para cada individuo, el cual en lo personal, permitió la detección de un temperamento melancólico/concienzudo, que tiene como debilidades: la inclinación por lo negativo, la exageración de tendencias pesimistas, indecisión e inflexibilidad. Al momento de tomar conciencia sobre las  emociones y actitudes de mi persona, se hizo difícil la aceptación de un patrón tan marcado y a la vez tan identificado en mi personalidad. Es difícil lidiar con situaciones que no alcanzan la perfección personal, más aún si se trata de terceras personas. Sin embargo,  aunque sea a veces incómodo, es necesario salir de sí mismo y buscar el encuentro con los demás así como cultivar pensamientos positivos ante cualquier situación. La inteligencia emocional es un tema que me interesa significativamente, ya que es seguro el beneficio que ésta trae ante cualquier situación o emoción experimentada. De hecho, la práctica permanente de dicho valor es un objetivo planteado que poco a poco refleja sus resultados. 





Comentarios

Entradas populares de este blog